El otro día estaba disfrutando de uno de los
viejos capítulos de Los Simpsons y vi un gag bastante interesante. El contexto es el siguiente:
Bart quiere demostrar que un vagabundo es el
auténtico creador de los dibujos animados Rasca y Pica. Para cumplir este
objetivo, se acerca a la oficina del patético y torpe personaje secundario
Lionel Hutz, un abogado fracasado, el cual acepta el caso a cambio de 1.000
dólares como adelanto. Bart, cabreado, replica que eso es una estafa porque en su
tarjeta de contacto dice por escrito lo siguiente:
“Works on
contingency
No money down”
Inmediatamente, el abogado agarra la tarjeta y asevera
con expresión avispada que es un claro error de imprenta. Coge un bolígrafo y
corrige a mano el texto, dejándolo así:
“Works on
contingency?
No, money down!”
Este gag me hizo recordar la gran importancia
de los signos de puntuación en el lenguaje y la forma en la que pueden transformar
completamente el significado de un mensaje, como en este caso concreto. Añadiendo únicamente un signo de interrogación, una coma y un símbolo de exclamación, la
frase cambia totalmente de sentido y de ritmo, precisamente invirtiendo el significado
del texto. En la primera parte, Hutz ofrece servicios de inmediato y sin
cobro por adelantado. En la segunda parte, afirma que no trabaja sin cobrar por
adelantado.
Creo que puedo hablar por todos al citar la siguiente situación:
alguien nos escribe un mensaje al móvil, a nuestro
correo electrónico o en el propio muro de Facebook, Google+ o Tuenti. A continuación, intentamos leerlo por primera vez y nos damos cuenta que resulta parcialmente incomprensible, no por las faltas ortográficas
—el texto puede resultar impecable en ese aspecto— sino por la ausencia de
signos de puntuación que crean una verborrea de frases interminables sin pausa
ni orden, sin ritmo; en definitiva, sin permitir al lector respirar o detenerse
donde sea oportuno para decodificar el mensaje.
En este ejemplo, vemos como la falta
de ortotipografía entorpece la lectura de un mensaje que puede incluso desacreditar al autor, aunque el contenido sea realmente interesante o veraz.
Por esta razón, me gustaría terminar reflexionando sobre una de las partes que
considero fundamentales a la hora de comunicar mediante el lenguaje escrito o
el oral: el ritmo. Esto es, acelerar las frases cuando deseemos contagiar
dinamismo o agitación al lector/oyente y ralentizarlas cuando
prefiramos describir sensaciones más sosegadas, lentas o en cierto reposo. Exactamente como sucede en el arte del montaje cinematográfico, donde la ordenación de planos y la duración de los
mismos determinan el pulso de los acontecimientos en pantalla.
En definitiva, mediante un apropiado uso de comas,
puntos y coma, signos de interrogación, de exclamación, puntos y seguido o
puntos finales —entre otros signos como el guion que acabo de usar para hacer
este inciso— se consigue un uso preciso del ritmo —siempre en función de lo que
se quiera transmitir—, enriqueciendo, en general, nuestros escritos o
discursos.
Salut,
Romualdo.
Observación:
Justo antes de publicar he creído
oportuno aclarar algo. Cuando digo que los signos de puntuación siempre
dependen o están sujetos a lo que se desea transmitir en un texto escrito o una
exposición oral, me refiero a que hay que
ser flexibles a la hora de determinar si esos signos se usan apropiadamente o
no.
Me viene a la cabeza Jack Kerouac y su obra Los subterráneos,
en la que encontramos párrafos que se transforman en espirales interminables y
convulsas: son una enorme autopista de palabras lanzadas a toda velocidad,
ideas efervescentes, emociones descritas con imparable vehemencia, poderosas metáforas y
descripciones atropelladas de todo tipo, casi sin respetar lo que la norma establecería como correcto —puedes leer una página entera con dos o tres comas tan sólo, sin respirar ni un segundo—, corte
estilístico que en una ocasión el propio autor definió como <<escribir
con excitación, a toda prisa, hasta sentir calambres, de acuerdo con las leyes
del orgasmo>>.
Por esta razón, en función de lo que él deseaba
expresar —agitación, nervios, descontrol, éxtasis, frenesí, pasión— creo que es un uso apropiado/adecuado —o no-uso— de la ortotipografía.
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