martes, 9 de octubre de 2012

La ortotipografía


El otro día estaba disfrutando de uno de los viejos capítulos de Los Simpsons y vi un gag bastante interesante. El contexto es el siguiente:

Bart quiere demostrar que un vagabundo es el auténtico creador de los dibujos animados Rasca y Pica. Para cumplir este objetivo, se acerca a la oficina del patético y torpe personaje secundario Lionel Hutz, un abogado fracasado, el cual acepta el caso a cambio de 1.000 dólares como adelanto. Bart, cabreado, replica que eso es una estafa porque en su tarjeta de contacto dice por escrito lo siguiente:

“Works on contingency

No money down”

Inmediatamente, el abogado agarra la tarjeta y asevera con expresión avispada que es un claro error de imprenta. Coge un bolígrafo y corrige a mano el texto, dejándolo así:

“Works on contingency?

No, money down!




Este gag me hizo recordar la gran importancia de los signos de puntuación en el lenguaje y la forma en la que pueden transformar completamente el significado de un mensaje, como en este caso concreto. Añadiendo únicamente un signo de interrogación, una coma y un símbolo de exclamación, la frase cambia totalmente de sentido y de ritmo, precisamente invirtiendo el significado del texto. En la primera parte, Hutz ofrece servicios de inmediato y sin cobro por adelantado. En la segunda parte, afirma que no trabaja sin cobrar por adelantado.

Creo que puedo hablar por todos al citar la siguiente situación: alguien nos escribe un mensaje al móvil, a nuestro correo electrónico o en el propio muro de Facebook, Google+ o Tuenti. A continuación, intentamos leerlo por primera vez y nos damos cuenta que resulta parcialmente incomprensible, no por las faltas ortográficas —el texto puede resultar impecable en ese aspecto— sino por la ausencia de signos de puntuación que crean una verborrea de frases interminables sin pausa ni orden, sin ritmo; en definitiva, sin permitir al lector respirar o detenerse donde sea oportuno para decodificar el mensaje.

En este ejemplo, vemos como la falta de ortotipografía entorpece la lectura de un mensaje que puede incluso desacreditar al autor, aunque el contenido sea realmente interesante o veraz.

Por esta razón, me gustaría terminar reflexionando sobre una de las partes que considero fundamentales a la hora de comunicar mediante el lenguaje escrito o el oral: el ritmo. Esto es, acelerar las frases cuando deseemos contagiar dinamismo o agitación al lector/oyente y ralentizarlas cuando prefiramos describir sensaciones más sosegadas, lentas o en cierto reposo. Exactamente como sucede en el arte del montaje cinematográfico, donde la ordenación de planos y la duración de los mismos determinan el pulso de los acontecimientos en pantalla.

En definitiva, mediante un apropiado uso de comas, puntos y coma, signos de interrogación, de exclamación, puntos y seguido o puntos finales —entre otros signos como el guion que acabo de usar para hacer este inciso— se consigue un uso preciso del ritmo —siempre en función de lo que se quiera transmitir—, enriqueciendo, en general, nuestros escritos o discursos. 

Salut,

Romualdo.


Observación: 

Justo antes de publicar he creído oportuno aclarar algo. Cuando digo que los signos de puntuación siempre dependen o están sujetos a lo que se desea transmitir en un texto escrito o una exposición oral, me refiero a que hay que ser flexibles a la hora de determinar si esos signos se usan apropiadamente o no. 

Me viene a la cabeza Jack Kerouac y su obra Los subterráneos, en la que encontramos párrafos que se transforman en espirales interminables y convulsas: son una enorme autopista de palabras lanzadas a toda velocidad, ideas efervescentes, emociones descritas con imparable vehemencia, poderosas metáforas y descripciones atropelladas de todo tipo, casi sin respetar lo que la norma establecería como correcto —puedes leer una página entera con dos o tres comas tan sólo, sin respirar ni un segundo—, corte estilístico que en una ocasión el propio autor definió como <<escribir con excitación, a toda prisa, hasta sentir calambres, de acuerdo con las leyes del orgasmo>>.

Por esta razón, en función de lo que él deseaba expresar —agitación, nervios, descontrol, éxtasis, frenesí, pasión— creo que es un uso apropiado/adecuado —o no-uso— de la ortotipografía.



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