En el siglo XIX vivía en allí un sastre francés, de apellido "Sicour", el cual, aunque con ingresos escasos, tenía muy buena fama y era muy querido por la gente .
A pesar de esto, sus hijas no salieron al padre. Sin ser agradables ni simpáticas con los demás gaditanos, siempre intentaban aparentar más de lo que eran y presumir de una elegancia que no tenían,puesto que únicamente la diferencia con respecto a otras muchachas de la ciudad era lo llamativo de los colores que conformaban sus trajes.
Los chavales de Cádiz, con todo el salero propio que siempre se ha tenido por allí, les hicieron unas coplillas y en su letra decía lo siguiente: "Ahí van las hijas de Sicour,Sicour,Sicour...".
Como se puede comprobar,al repetir muchas veces el apellido del pobre sastre, se da el fenómeno(sicursicursicursi) y de ahí el término.
En fin, un poco de historia que siempre viene bien y que además puede servir a algunos como materia prima para vacilar un poco entre cervezas.
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